Desde hace décadas, las leyes civiles y familiares han previsto la oralidad, celeridad y sencillez procesal como principios rectores en juicios donde se discuten temas profundamente trascendentales: la familia, la propiedad, los alimentos, la convivencia con los hijos. Sin embargo, la realidad es otra.
Lejos de procesos ágiles o verbales, pululan expedientes voluminosos y complejos, formatos obsoletos y requisiciones inútiles. Donde debería haber inmediatez, hay burocracia. Donde la ley prevé trato humano, hay distanciamiento institucional. Lo más grave es que esta deficiencia no obedece a una falta de ley, sino a una clara falta de voluntad. En este contexto, miles de ciudadanos siguen atrapados en procedimientos largos, impersonales y profundamente oficinescos. Juicios de guarda y custo