El cierre de ciclo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), previo a la nueva configuración del Poder Judicial, fue un acto espontáneo y emotivo, lleno de despedidas que reflejan no solo el fin de una etapa de 30 años, sino también la incertidumbre de lo que vendrá. Así lo expresó el ministro Javier Laynez Potisek, quien destacó el legado de una Corte progresista y de avanzada que, durante tres décadas, marcó un parteaguas en la defensa de los derechos humanos.
Laynez recordó que, tras la reforma judicial de 1994, la Corte se consolidó como un verdadero poder de contrapeso, con facultades inéditas como la anulación de leyes anticonstitucionales y, desde 2011, una fuerte protección a los derechos humanos. Entre los hitos mencionó decisiones sobre la no criminalización del abort