El estilo presidencial de Claudia Sheinbaum es distinto al de su antecesor en ciertas expresiones (más frío y directo, sin abundancia retórica ni tanta recurrencia a la historia), pero sustentado en el mismo ideario cuatroteísta y con un compartido inventario de adversarios electorales e ideológicos, a los que la científica puede dirigir dardos oratorios eficaces.

Sin embargo, con lentitud y sin aspavientos, Sheinbaum ha ido desmarcándose y confrontando alguna parte de la herencia que se ha pretendido reciba. Por ejemplo, debido a la presión de Donald Trump, en buena medida, ha extinguido la premisa de abrazos, no balazos, para entrar a un combate abierto contra ciertos grupos e intereses del crimen organizado.

En lo político, está sosteniendo una campaña de erosión contra los dos lídere

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