Buenos días a cada persona que hoy lee mis palabras, desde el centro de la destrucción hacia todos los que aún conservan humanidad en sus corazones. Escribo esta mañana mientras abrazo a mis hijos, no para protegerlos del frío del clima, sino del frío del miedo… del peso insoportable de una realidad que no perdona.

Las noches pasan como …

El miedo no duerme, el hambre no perdona, y la mente no deja de pensar.

Intento parecer fuerte frente a mis hijos, pero ellos son demasiado inteligentes para ser engañados…

Ven mis ojos sin dormir, mi rostro cansado, y sienten que la vida ya no es como antes.

Mohammed me pregunta cada noche: «¿Mamá, volveremos a vivir?»

Lana me mira en silencio, como si tuviera miedo de expresar lo que siente.

Incluso Yazan, con sus quince años y su sueño de ser in

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