Compartiendo diálogos conmigo mismo
Nuestra historia está firmemente en las manos de Dios: Con el alma en vela y en verso, estamos siempre dispuestos para el Padre, en una espera que no ha de desesperarnos; puesto que, nos acompaña con su providencia, cuidando de cada uno de nosotros.
Jamás perdamos la recta orientación; que la crónica es un partir y un compartir, un donarse y darse, ofreciéndose a los demás. Al fin, uno es lo que es, gracias a Jesús; y, así: ¡Bebiendo de su venerable pulso, nos avenimos!
I.- Donde hay miedo; hay oscuridad
Con el Salvador nada es temible,
sólo hay que dejarse acompañar,
despojarse de mundo pernicioso,
y reintegrarse al espíritu celeste,
para acompasar de amor el obrar.
Junto a la cruz de Cristo, el amar;
con el amar, la pasión por el ser;
con e