“Es mi favorito. Disculpen el olor. Es formol”.
La científica británica Alexandra Morton-Hayward sostiene en sus manos uno de sus objetos más preciados.
Es un cerebro al que apodó “Rusty” (“aherrumbrado”). El cerebro, encogido y de color rojizo, se ve pequeño acurrucado en los guantes de la experta.
Morton Hayward es antropóloga forense e investigadora postdoctoral en la Universidad de Oxford, donde cuida en dos neveras ejemplares extraordinarios.
La científica ha reunido una colección de más de 600 cerebros antiguos de distintas partes del mundo, algunos con hasta 8.000 años de antigüedad. “No conozco otra colección mayor”, señaló.
El cerebro suele descomponerse rápidamente tras la muerte. ¿Cómo es posible entonces que se hayan encontrado en sitios arqueológicos cerebros que no sucum