Cuando lo de las autonomías, a los madrileños nos dejaron solos, expulsados de Castilla La Nueva y repudiados por los de la Vieja, que, como en las bodas de antes, cuando no tenías que pagarte el cubierto, éramos muchos y había que ahorrar. Pues eso, que nos quedamos a nuestra bola, votamos una vez al PSOE –si no conocen el himno y creen que el pendón castellano tenía estrellas de cinco puntas es por su culpa–, no lo hemos vuelto a hacer y, pían piano, nos hemos convertido en la comunidad que más pasta genera, la más divertida y en la que no sólo puedes pasar la vida sin encontrarte con tu ex, sino que puedes elegir ser tantas personas como barrios hay. Madrid hace que unos tíos de Úbeda o de Mieres la canten por todo el mundo como si hubiéramos compartido cuna en La Milagrosa, sí, ahí, en

See Full Page