CDMX.- Hoy hablaré de mí mismo. No debería hacerlo: es el tema que conozco menos. Sucede, sin embargo, que las bondades de mi prójimo me iluminaron, y debo agradecerlas. He aquí que fui a Durango. Eso equivale a decir que fui a uno de los más cordiales corazones de nuestro país. Ciudad hermosa es ésa, rica por su historia, por su arquitectura y por su gente. Tuve ahí afectos entrañables: Olga Arias, poeta bella de rostro y bella de alma; Enrique y Chalío Salas, excepcionales concertistas de guitarra clásica. Llegué al Hotel Casablanca, de noble tradición y gran prosapia. Por él han pasado figuras como Cantinflas y Saby Kamalich, la hermosa protagonista de aquella clásica telenovela Simplemente María, que hacía decir a mi padre: “Y ahora me disculpan. Voy a ver a Saby”. Al entrar en mi habi
De política y cosas peores

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