Las playas francesas , desde las icónicas arenas de Biarritz y Saint-Malo hasta las impresionantes costas de Étretat o Pampelonne, atraen cada verano a millones de turistas. Pero disfrutar de ellas también implica respetar unas normas muy estrictas que buscan proteger su frágil ecosistema.

Aunque el Código Ambiental francés establece que “el uso de las playas es libre y sin restricciones” , ciertas prácticas están totalmente prohibidas. Por ejemplo, desde el 1 de julio de 2025 no se puede fumar en la arena. También está vetado llevarse arena, conchas o guijarros: una infracción que puede costar 1.500 euros.

Pero hay otra actividad mucho más habitual que puede salir cien veces más cara . Se trata de arrancar flores o plantas que crecen junto al mar.

Estas especies están clasificadas

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