Max | EFE

11 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Vuelven, silenciosos, a quedar ordenados en las baldas. Quizá los manolos ya nunca salgan de ese vestidor y es posible que sea lo mejor para ellos. Para todo el mundo.

De estos cuatro años, tres temporadas, dos hogares y un reencuentro fallido con el pasado, la secuela de Sexo en Nueva York nos ha dejado una enseñanza vital importante: la de que hay que saber irse, desaparecer, esfumarse. Que no vale la pena sostener la agonía e ir desdibujándose poco a poco, perdiendo la esencia, transformándose en algo, en alguien, que no se reconoce en el espejo. Le ha pasado a Miranda Hobbes, aquel icono auténticamente feminista de finales de los 90 que dejó de ser fiel a sí misma en este sucedáneo exagerado que se ha convertido And Just Like Th

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