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El juego ya no es de poder, sino de supervivencia. México arde en su propia combustión, mientras desde el norte soplan vientos de guerra. No es metáfora. Es literal.
El New York Times lo dejó claro: Donald Trump ya dio la orden. El Pentágono debe prepararse para atacar a los cárteles de la droga en territorio mexicano. En corto: una operación militar unilateral, en suelo nacional, sin pedir permiso y sin decir “con su permiso”.
El gobierno de Claudia Sheinbaum, que apenas ajusta el asiento, amaneció con una de sus peores pesadillas: la reencarnación de Trump como sheriff hemisférico con derecho de picaporte. Y con ella, la amenaza de ver sobrevolar drones gringos sobre Culiacán o Matamoros. Todo en nombre del fentanilo, claro.
Pero no se engañe, esto no empezó hoy. Ni ayer.