Por PAOLA FLORES e ISABEL DEBRE
LA PAZ, Bolivia (AP) — Juan de Dios Castillo, con las manos aún cubiertas de harina, se apresura a sacar el pan del horno artesanal.
El horneado mantiene su característico crocante y aroma, y aunque tiene el mismo precio desde hace casi dos décadas, para muchos bolivianos ya no tiene la misma calidad y, sobre todo, ha perdido su tamaño.
“Pesa 60 gramos”, dice Castillo, un panadero de 58 años, que reconoce que está lejos de los 100 gramos que hasta hace unos años pesaba la “marraqueta” o el “pan de batalla”, como se le conoce a este emblemático panecillo boliviano que muchos consumen en esta nación andina.
Pero aunque al bolsillo le cueste lo mismo, al estómago no se le engaña.
“Es como comer un poco de aire, una hostia de comunión: ya no llena”, dice Ro