En el abrasador desierto del sur de Perú, la luz solar es abundante, constante y lo suficientemente potente como para abastecer a cientos de miles de hogares en todo el país. Sin embargo, en el diminuto poblado de Pampa Clemesí —a solo unos pasos del mayor complejo solar del país— los habitantes terminan sus días en la oscuridad, esperando una promesa gubernamental que nunca parece llegar.

Energía a la vista, pero fuera de alcance

Desde su patio, Rosa Chamami puede ver de noche la planta solar Rubí, con sus interminables hileras de paneles iluminadas por luces blancas de seguridad. La instalación, junto con la planta Clemesí cercana, genera aproximadamente 440 gigavatios-hora de electricidad al año, suficiente para abastecer a 351.000 hogares. Pero la casa de Rosa no tiene enchufes, ni l

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