Cada día orbitan nuestro planeta entre 7.000 y 8.000 satélites activos , sus restos junto a etapas de cohetes, tuercas y paneles solares ingresan a la atmósfera. Algunos fragmentos sobreviven y pueden caer en zonas habitadas , planteando riesgos que aún no son menores. La falta de regulación internacional y el crecimiento acelerado del tráfico espacial incrementan los riesgos y los desafíos para su monitoreo: según estimaciones recientes de la Agencia Espacial Europea, hay más de 1,2 millones de fragmentos de entre 1 y 10 centímetros, y al menos 140 millones más de entre 1 milímetro y 1 centímetro.

El peligro de la chatarra espacial no solo radica en impactos accidentales. La alta velocidad orbital y la densidad creciente de objetos en el espacio multiplican el riesgo de colisione

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