Cómo el sistema moderno recompensa la ignorancia y penaliza el pensamiento profundo. Es la consagración de la banalidad.

La Caverna del Pensador

Vivimos en un tiempo en el que la superficialidad no solo se tolera: se celebra. Ser escandaloso, vacío o voluntariamente ignorante ya no es un estigma, sino un atajo hacia la fama y el poder. El pensamiento profundo, por el contrario, es visto como un anacronismo. En un mundo que ha reemplazado el debate por el espectáculo, y la reflexión por la reacción, pensar se ha vuelto una actividad contracultural.

¿En qué momento dejamos de valorar la inteligencia? ¿Cuándo fue que lo viral desplazó a lo verdadero? La respuesta no es solo cultural ni accidental. Se trata de un cambio estructural: hemos construido un ecosistema mediático, educativo y polí

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