Conforme se hagan más patentes los efectos irreversibles de la crisis climática, más cambios habrá que incorporar en la vida cotidiana de las personas. Algunos resultan ahora difíciles de intuir, mientras que otros ya se perfilan.

No puede descartarse, por ejemplo, que dentro de unos años los representantes políticos eviten cogerse vacaciones durante las semanas más tórridas del estío y que se habiliten periodos de descanso y evasión alternativos durante el curso parlamentario. De este modo, evitarán sofocones como enterarse de que el fuego devora sus municipios, comunidades o países mientras ellos inflan flotadores a cientos de kilómetros de distancia. “¿Volvemos ya a casa o espero a que me confirmen si el incendio se desmadra, por si acaso lo controlan antes y no hace falta volver?”. “H

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