A cuento del retiro de las efigies de Fidel Castro y el Che Guevara de una banca en la colonia Tabacalera de la Ciudad de México , en mi última columna sobre El Mundo Mundial en este diario sugerí que había llegado el momento de sostener un largamente pospuesto debate de fondo, sin formalismos ni eufemismos, sobre la relación entre México y Cuba y la pertinencia de que nuestro país continúe apoyando a un régimen represivo. En ese texto, planteé una serie de preguntas para alentar una discusión. Trataré de responder algunas de ellas con las siguientes reflexiones.
En la década de 1960 Cuba era joven, sexy, audaz y valiente, siempre rodeada de admiradores y dispuesta a sacar ventaja de sus encantos. Estados Unidos reaccionó muy mal ante el desafío y empujó a la isla a los br