El telescopio espacial James Webb ha confirmado lo que muchos sospechaban pero pocos querían aceptar: TRAPPIST-1 d , uno de los exoplanetas más prometedores descubiertos hasta ahora, no es un gemelo de la Tierra.

Lejos de ser un oasis escondido, este mundo rocoso carece de una atmósfera significativa, sometido a la radiación intensa de su estrella y a temperaturas extremas.

Este hallazgo, publicado en The Astrophysical Journal , redefine la búsqueda de planetas habitables y subraya la singularidad de nuestro hogar en el cosmos.

Cada descubrimiento del Webb nos acerca a comprender qué hace único a nuestro planeta y qué condiciones permiten la vida más allá del Sistema Solar.

Un sistema que fascina a los astrónomos

TRAPPIST-1 , situado a 40 años luz en la constelación d

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