Los intentos republicanos de manipular el mapa electoral para las elecciones legislativas de mitad de mandato han provocado una agresiva respuesta en la nueva generación demócrata
Qué es el gerrymandering, qué quiere hacer Trump en Texas y por qué han huido los demócratas
Michelle Obama pronunció en 2016 un discurso que hizo llorar a los demócratas. “Cuando alguien es cruel o se comporta como un matón, no hay que rebajarse a su nivel”, dijo entonces en Filadelfia. “Nuestro lema es ‘cuando ellos caen bajo, nosotros nos elevamos’”.
De ahí pasemos rápidamente al discurso que pronunció el sábado pasado en Chicago Ken Martin, presidente del Comité Nacional Demócrata. “Este no es el Partido Demócrata del abuelo, que llevaba un lápiz a una pelea de navajas”, dijo. “Este es un Partido Demócrata nuevo, llevamos navaja a la pelea de navajas y vamos a combatir el fuego con fuego”.
Este comentario reconoce con honestidad brutal lo que una década de Donald Trump ha generado en la política de EEUU. Se terminaron los demócratas educados y respetuosos que siguen las reglas, convencidos de que el movimiento MAGA es solo una moda pasajera, una fiebre que pasará. Llega una nueva generación de demócratas combativos, dispuestos a quitarse los guantes y a luchar en el barro.
Este enfoque de tierra quemada comenzó con los intentos de gerrymandering de Trump [rediseñar las circunscripciones electorales para beneficiar a un partido sobre su rival] con el objetivo de conseguir más escaños republicanos en 2026, durante las cruciales elecciones legislativas de mitad de mandato en las que puede perder el control de la Cámara de Representantes.
A instancias del presidente, los republicanos de Texas han propuesto nuevas circunscripciones para hacerse con cinco escaños ocupados hasta ahora por demócratas, con las que esperan diluir el voto de millones de personas negras y sesgar aún más un mapa estatal que ya era profundamente favorable a su partido.
Trump también envió a Indiana a JD Vance, su vicepresidente, para debatir con el gobernador y con los legisladores un rediseño de circunscripciones que les permita sumar uno o dos escaños republicanos. En Florida, el estado de adopción del presidente, un alto cargo republicano también está hablando de rediseñar el mapa electoral.
Tras los meses de tensiones, inercia y falta de unidad que siguieron a la victoria de Trump, los demócratas están tomando posiciones y encontrando su voz. En Texas, los legisladores del partido abandonaron el estado para evitar la sesión en la que se iban a votar las nuevas circunscripciones y dejar así a los republicanos sin el quórum necesario para aprobarlas.
Aunque las opciones son limitadas, hay gobernadores demócratas que plantean la posibilidad de redibujar también ellos sus circunscripciones electorales a modo de represalia.
Gavin Newsom, el gobernador demócrata de California, planea hacerlo en su estado si Texas sigue adelante en el empeño (aunque para lograrlo haya que sortear una comisión independiente que restringe el rediseño de circunscripciones). “Donald Trump está tratando de robar las elecciones de 2026, no podemos quedarnos de brazos cruzados y ver cómo sucede”, alertó.
El gobernador de Illinois, JB Pritzker, y la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, también han hecho pública su intención de reestructurar las circunscripciones para neutralizar la manipulación republicana del mapa electoral. “Por lo que a mí respecta, todas las opciones están disponibles”, avisó Pritzker, que también llamó “tramposo” a Trump.
“Estoy cansada de librar esta batalla con las manos atadas a la espalda”, dijo Hochul, acompañada por seis legisladores demócratas de Texas refugiados en Nueva York para dejar sin quórum a los republicanos. “Es la guerra y por eso nos hemos quitado los guantes. Yo digo ‘adelante’”, añadió.
Entre los que respaldan la nueva estrategia figuran personalidades destacadas del Partido Demócrata como Eric Holder, que fue fiscal general durante la presidencia de Barack Obama. Aunque su organización lleva tiempo haciendo campaña para ponerle fin al gerrymandering, Holder admitió esta semana que ha cambiado de postura y que los demócratas tienen que responder con su propio rediseño de circunscripciones.
“En mi opinión, lo que está motivando a los demócratas es el derecho a la legítima respuesta. ¿Si los alemanes invaden Francia vas a limitarte a decir ‘estamos en contra de la guerra y en favor de la resolución pacífica de los conflictos?'”, planteó Holder al New York Times. “A veces hay que tomar las armas. Enfrentados como estamos a este intento autoritario y antidemocrático, tenemos que tomar las armas”.
Su opinión es compartida por Norm Eisen, otro conocido defensor de las comisiones independientes para controlar el rediseño de las circunscripciones electorales. “Se dice que nunca se debe llevar una navaja a un duelo con pistolas; yo creo que lo que hay que llevar a un tiroteo es una bazuca”, afirma Eisen, abogado y cofundador de Democracy Defenders Action, una organización sin afiliación política que defiende la organización de elecciones libres y justas.
“Ahora no nos queda otro remedio que responder, con una gigantesca fuerza prodemocrática, a las maniobras autocráticas de Trump y de sus colaboradores en Texas”, justificó. “Estoy a favor de que todos los estados demócratas que puedan hacerlo maximicen sus circunscripciones; si Texas recula, ellos también pueden dar marcha atrás”.
Una carrera hacia el abismo
Esta carrera armamentística de redistribución de circunscripciones inquieta a algunos observadores. Temen que los demócratas sacrifiquen su autoridad moral por usar medidas antidemocráticas en nombre de la democracia. Algo similar a aquella frase que supuestamente pronunció un comandante del Ejército estadounidense durante la guerra de Vietnam: “Se hizo necesario destruir la ciudad para salvarla”.
Consciente del “tremendo peligro” de emprender una carrera hacia el abismo, Eisen opone que la magnitud del problema requiere asumir el riesgo. “Si nos pasamos el tiempo lamentándonos, puede que nos encontremos con que hayamos perdido nuestra democracia mientras nos entreteníamos; es posible que la continuidad de la democracia estadounidense dependa de que los estados azules [de mayoría demócrata] respondan con rapidez a lo que Trump y Texas han comenzado; la democracia no sobrevivirá a ese tipo de asimetrías”.
Pocos demócratas personifican mejor el nuevo espíritu agresivo del partido que Jasmine Crockett, una de las legisladoras estatales que lideraron la última espantada demócrata de Texas, cuando los congresistas de su partido se ausentaron del estado durante 38 días de 2021 para dejar sin quórum a los republicanos (aunque finalmente los republicanos lograron aprobar su ley).
Desde su nuevo escaño en Washington, Crockett cree que estrategias como la anterior son eficaces. “Si sirve para despertar la conciencia de este país sobre una práctica terrible, entonces es una victoria”, dijo esta semana a The Guardian. “Si sirve para demostrarle a los que decidieron quedarse en el sofá durante las últimas presidenciales que hay demócratas dispuestos y preparados para la lucha... Solo tienen que darnos la oportunidad”, reclamó.
La respuesta de los republicanos al actual intento demócrata de paralizar el procedimiento en Texas ha sido más enérgica que la de 2021. John Cornyn, senador republicano, dijo que el FBI había aceptado ayudar a localizar a los demócratas ausentes. El gobernador, Greg Abbott, aseguró que emprendería acciones legales para destituir a decenas de parlamentarios.
La actual amenaza autoritaria es tan grave que los demócratas tienen que dar la cara y luchar, según Crockett. “Han confundido nuestra amabilidad con debilidad”, asegura. “Los demócratas quieren ser justos, por eso no hay comités independientes para controlar el rediseño de circunscripciones electorales en los estados republicanos, sino en los estados demócratas. ¿Cómo vamos a pelear si tenemos las manos atadas? La situación es tan grave que tenemos que hacer todo lo posible para tratar de equilibrar un poco el terreno de juego”.