Freud nos ha enseñado a entender el alma humana, compuesta por un puñado de pulsiones en pugna y en permanente empuje por alcanzar satisfacción. Este propósito, en muchas ocasiones, entra en conflicto con otros poderes que se oponen a este cometido.
Esencialmente nuestra estructura psíquica es una respuesta al conflicto entre las exigencias pulsionales, y las exigencias del mundo externo, los apremios de la vida impiden que esas satisfacciones pulsionales encuentren un curso adecuado de descarga. El conflicto quedaría planteado en estos términos: si me rindo ante las demandas del mundo externo, renuncio a la satisfacción pulsional, si doy cabida a las exigencias pulsionales entro en conflicto con el mundo externo y esto conlleva un peligro.
Tres respuestas posibles dan cuenta de la sol