Nada es normal en nuestro país. Después de una primavera lluviosa y unos meses de junio y julio de temperaturas elevadas, no hay que ser un experto para prever que el riesgo de incendios iba a ser elevado en verano, por la cantidad de vegetación y rastrojos que se iban a generar y que servirían de pasto para el fuego.

No es el único factor, la España vaciada y las temperaturas, cada año más elevadas, hacen el resto. Los incendios generados de manera intencionada son un número muy pequeño, no alcanza a uno de cada diez.

Sin embargo, la administración no aprende de las experiencias anteriores y sigue sin tomar las medidas de prevención y los recursos suficientes para la extinción.

España no es el único que sufre el azote del fuego. Portugal, Francia o Grecia han aumentado considerablement

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