Ya era “El Concheto” Guillermo Antonio Álvarez cuando concurría a la escuela secundaria y el apodo le quedó para siempre. Pero más allá del look impecable —peinado a la gomina, lentes, buen aspecto—, detrás de esa fachada, escondía una especie de demonio. Tanto en el Colegio San Patricio de Acasusso como en el Instituto Nuestra Señora de Fátima, en Martínez, vivió coleccionando amonestaciones . Terminó expulsado el día que, como en una vieja escena de circo, incrustó su cortaplumas en el pizarrón como lo hacían aquellos célebres lanzadores de cuchillos que pedían silencio para impresionar al público que colmaba las gradas y aplaudía a rabiar cada acierto en la estocada.

Tenía 18 años cuando se lanzó a su primer raid delictivo . Ocurrió entre la noche del 27 y la madrugada del 28 de ju

See Full Page