De nuevo asistimos a un triste y fatídico hecho que enluta al país, el asesinato del Senador Miguel Uribe, cuyas exequias se realizaron el día de ayer. Hombre joven, brillante, con toda la vida y el futuro por delante, esposo, padre e hijo ejemplar. Un político de sangre nueva, preparado, forjado con tesón que generaba esperanza en medio de un país dividido y embargado por el odio. Duele mucho lo sucedido, un acto cobarde, inentendible donde todavía no se han clarificado los motivos de tal atrocidad, donde también duele mucho que dicho horror lo haya cometido un niño, evidenciando la descomposición social, la perdida de valores y principios de las familias y el abandono de nuestros niños y adolescentes. Como lo dijo el arzobispo, Monseñor Luis José Rueda, Cardenal de Bogotá, en el funeral

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