Si pensar en Gaza ya me encoge el corazón, si añado el incendio inclemente de mi pueblo , de los lugares y pinares donde corría de pequeño y tengo fotos de familia allí, me da igual todo. Larrate , la presa, el río y el agua, la trilla, los trillos, la mies, lugares míticos de mi infancia, han desaparecido. Pero el agua, no se han podido llevar, ni las piedras y rocas, donde se sentaba mi padre antes de morir muy joven de leucemia. Que no hemos nunca sabido, si fueron las pruebas de las bombas de los aviones del Polígono de tiro. Lo que tiene de grande la tierra es que toda no se la puede llevar nadie y será testigo in eternum de los pasos de la caballería de mi padre , de las galeras cargadas de mies del pueblo, los cantos, las cosechadoras de mi abuelo, el olor a pino, ahora seco.
Incendio

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