Ni alto el fuego ni reducción de hostilidades en Ucrania. Parece que esto es lo que lleva a la cabeza Vladímir Putin mientras se acerca el cara a cara con Donald Trump . Y también parece ser lo que se huele --y hace días que lo ha dicho-- el primer ministro polaco Donald Tusk: "Temo que vamos hacia una congelación del conflicto". Alaska se perfila pues como el escenario del enésimo juego de indefiniciones y ambigüedades Putin-Trump. El resultado sería más incertidumbre, para ir a parar allí de donde quizás nunca hemos acabado de movernos: lo que quieren Trump y Putin es ponerse de acuerdo para hacer y deshacer sobre el futuro de Ucrania y Europa. Putin no ha renunciado al botín territorial –Crimea y buena parte del Donbás– un éxito disfrazado de victoria de cara a la sociedad rusa, y que

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