Mientras de dientes para afuera el gobernador Salomón Jara Cruz afirma que “no le preocupa” la revocación de mandato, la realidad lo contradice. Todas las encuestadoras coinciden: si hoy se realizara ese ejercicio, la mayoría de los oaxaqueños votaría en contra de su permanencia. Por eso, lejos de prepararse para rendir cuentas, ha puesto en marcha un plan para manipular el proceso y asegurar su continuidad, aunque sus resultados de gobierno sean desastrosos.
En el papel, la revocación de mandato es un instrumento ciudadano; en la práctica, el gobierno de Jara la convierte en una operación de control político. Su estrategia no busca activar la consulta, sino recolectar firmas en contra de que se lleve a cabo, utilizando recursos sindicales y favores laborales para blindar su poder. Se tra