Cada mañana, el actor Jairo Camargo ve a Fanny Mikey : en su closet, tiene un botón con la imagen sonriente de su amiga. "No pasa un día en el que no la extrañe", dice con la voz entrecortada.

A Fanny Mikey le sobran las presentaciones: su rostro, su simpatía, su empeño y su alegría fueron suficientes para marcar a varias generaciones de colombianos que gracias a sus ideales, que a veces parecían inalcanzables, conocieron de cerca las acrobacias y la música de compañías con nombres impronunciables que llegaron hasta aquí provenientes del otro lado del mundo. Fueron muchos los que sonrieron, sufrieron y lloraron con las historias que ella les acercó en las miles de obras que pasaron por el Festival Iberoamericano de Teatro, que se inventó en 1988, y que mantuvo por varias décadas en Bogotá

See Full Page