Cuando se habla de suicidio, comúnmente se piensa en un proceso prolongado: pensamientos persistentes, planificación detallada y señales visibles para el entorno. Sin embargo, una parte significativa de los casos no sigue este patrón. Se estima que hasta un 40% de los suicidios son impulsivos , es decir, ocurren sin planificación previa y con escasa o nula anticipación.
El suicidio por impulso se caracteriza por la rapidez con la que se pasa de una emoción intensa a la acción. No suele haber ideación prolongada ni un plan estructurado. En muchos casos, una situación dolorosa o un conflicto emocional actúan como detonante para que la persona, sin tiempo de reflexión, intente quitarse la vida.
“La impulsividad, combinada con la desesperación, puede llevar a una persona a actuar sin pen