Las reuniones bilaterales entre Vladímir Putin y sus homólogos de Estados Unidos ocurrían con cierta regularidad en la primera etapa del mandato de 25 años del presidente ruso.

Pero a medida que aumentaron las tensiones entre Moscú y Occidente tras la anexión ilegal por parte de Rusia de la península de Crimea en Ucrania en 2014, y las acusaciones de interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, estas reuniones se volvieron cada vez menos frecuentes, y su tono parecía menos amistoso.

Esto es lo que es recomendable saber sobre las reuniones pasadas entre Putin y presidentes de Estados Unidos:

Putin y Joe Biden se reunieron sólo una vez mientras ocupaban la presidencia: en Ginebra, en junio de 2021.

Rusia estaba acumulando soldados en la frontera con Ucrania, donde grandes extensiones de tierra en el este habían estado ocupadas desde hacía tiempo por fuerzas respaldadas por Moscú. Washington acusó repetidamente a Rusia de cometer ciberataques. El Kremlin estaba intensificando su represión interna contra la disidencia: meses antes encarceló al líder opositor Alexei Navalny, y reprimió duramente las protestas que exigían su liberación.

Putin y Biden hablaron durante tres horas, pero la reunión no generó ningún avance relevante. Los dos intercambiaron expresiones de respeto mutuo, pero reafirmaron firmemente sus visiones marcadamente diferentes sobre diversos temas.

Volvieron a hablar por videoconferencia en diciembre de 2021, a medida que aumentaban las tensiones sobre Ucrania. Biden amenazó con sanciones si Rusia invadía Ucrania, y Putin exigió garantías de que Kiev no se uniría a la OTAN, algo que Washington y sus aliados dijeron que era inaceptable.

Los dos sostuvieron otra llamada telefónica en febrero de 2022, menos de dos semanas antes de la invasión a gran escala. Luego los contactos de alto nivel se detuvieron abruptamente, sin conversaciones divulgadas públicamente entre Putin y Biden desde la invasión.

Putin se reunió con Donald Trump seis veces durante el primer mandato del estadounidense, en y al margen de las reuniones del Grupo de los 20 y del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), pero su reunión más sonada se llevó a cabo en Helsinki en julio de 2018. Fue allí donde Trump se paró junto a Putin y pareció aceptar su insistencia de que Moscú no había interferido en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, y también cuestionó abiertamente la firme conclusión de sus propias agencias de inteligencia.

Sus comentarios fueron una muestra clara de la disposición de Trump a trastocar décadas de política exterior de Estados Unidos y sacudir a los aliados occidentales en servicio de sus preocupaciones políticas.

“Tengo gran confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue extremadamente firme y contundente en su negación hoy”, manifestó Trump. ”Él simplemente dijo que no se trató de Rusia. Diré esto: no veo ninguna razón por la que lo sería”.

Desde que Trump regresó a la Casa Blanca este año, él y Putin han tenido una media docena de conversaciones telefónicas, las cuales han sido divulgadas públicamente.

El presidente estadounidense Barack Obama se reunió con Putin nueve veces, y sostuvo 12 reuniones más con Dimitri Medvedev, quien fue presidente ruso de 2008 a 2012. Putin se convirtió en primer ministro, en un movimiento que le permitió restablecer los límites del mandato presidencial de Rusia y postularse nuevamente en 2012.

Obama viajó a Rusia dos veces: una para reunirse con Medvedev en 2009, y nuevamente para una cumbre del G20 en 2013. Medvedev y Putin también viajaron a Estados Unidos.

En el gobierno de Medvedev, Moscú y Washington hablaron de “reiniciar” las relaciones entre Rusia y Estados Unidos después de la Guerra Fría, y trabajaron en tratados de control de armas. La secretaria de Estado estadounidense en esa época, Hillary Clinton, presentó un “gran” botón de “reinicio” al ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, en una reunión en 2009. Hubo un problema: en lugar de “reinicio” en ruso, usaron otra palabra que significa “sobrecarga”.

Después de que Putin regresó al cargo en 2012, las tensiones entre los dos países aumentaron. El Kremlin acusó a Occidente de interferir en los asuntos internos de Rusia, alegando que fomentó protestas antigubernamentales que sacudieron a Moscú en un momento en que Putin buscaba ser reelegido. Las autoridades reprimieron a la disidencia y a la sociedad civil, lo que generó condenas internacionales.

Obama canceló su visita a Moscú en 2013 después de que Rusia otorgó asilo a Edward Snowden, un excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos que filtró documentos secretos.

En 2014, el Kremlin se anexó ilegalmente Crimea y apoyó una insurgencia separatista en el este de Ucrania. Estados Unidos y sus aliados respondieron con sanciones devastadoras. Las relaciones cayeron al punto más bajo desde la Guerra Fría.

La intervención militar de Moscú en Siria en 2015 para apoyar al entonces presidente Bashar Assad complicó aún más los lazos. Putin y Obama se reunieron por última vez en China en septiembre de 2016, al margen de una cumbre del G20, y mantuvieron conversaciones centradas en Ucrania y Siria.

Putin y George W. Bush se reunieron 28 veces durante los dos mandatos del líder estadounidense. Se recibieron mutuamente para conversaciones y reuniones informales en Rusia y Estados Unidos, se entrevistaron con regularidad al margen de cumbres y foros internacionales, y presumieron de mejorar los lazos entre antiguos rivales.

Después de la primera reunión con Putin en 2001, Bush dijo que “miró al hombre a los ojos” y “lo encontró muy directo y confiable”, dándose “una idea de su alma”.

En 2002 firmaron el Tratado de Reducciones de Ofensivas Estratégicas, un pacto de armas nucleares que redujo significativamente el arsenal de ojivas nucleares estratégicas de ambos países.

Putin fue el primer gobernante extranjero en llamar a Bush después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, ofreciéndole sus condolencias y apoyo, y recibió con beneplácito el despliegue militar de Estados Unidos en el territorio de los aliados de Moscú en Asia Central para la intervención bélica en Afganistán.

Ha llamado a Bush “una persona decente y un buen amigo”, y añadió que las buenas relaciones con él ayudaron a hallar una salida a “las situaciones más agudas y conflictivas”.

Bill Clinton viajó a Moscú en junio de 2000, menos de un mes después de que Putin prestó juramento en la presidencia por primera vez, en un mandato que se ha extendido hasta el día de hoy.

Los dos sostuvieron una reunión a solas, una cena informal, un recorrido por el Kremlin guiado por Putin y asistieron a un concierto de jazz. Su agenda incluyó conversaciones sobre control de armas, turbulencias en la región del Cáucaso Norte de Rusia y la situación en los Balcanes.

En una conferencia de prensa al día siguiente, Clinton declaró que con Putin, Rusia “tiene la oportunidad de construir prosperidad y fortaleza, mientras salvaguarda esa libertad y el Estado de derecho”.

Los dos también se reunieron en julio de ese mismo año en la cumbre del G8 en Japón; en septiembre —en la Cumbre del Milenio en la sede de la ONU en Nueva York—, y en noviembre, en la cumbre del foro de la APEC en Brunei.

En una entrevista el año pasado con Tucker Carlson, expresentador de Fox News, Putin dijo que le preguntó a Clinton en 2000 si Rusia podría sumarse a la OTAN, y el presidente estadounidense supuestamente respondió que era “interesante” y “creo que sí”, pero luego se retractó y comentó que “no era posible en ese momento”. Putin utilizó la anécdota para ilustrar su punto sobre la hostilidad de Occidente hacia Rusia, “un gran país con opinión propia”.

“Simplemente, nos dimos cuenta de que allí no nos están esperando, eso es todo. OK, está bien”, señaló.

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El periodista de The Associated Press Yuras Karmanau contribuyó a este despacho.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.