Camiones cargados de materiales de construcción rugen por la carretera 121, rumbo a Baker, Florida, preludio de una transformación que genera controversia: la reconversión de la Institución Correccional de Baker en un centro de detención migratoria con capacidad para 1,300 personas, ampliable a 2,000. Esta decisión, anunciada en medio de un pulso legal sobre las condiciones del primer centro de detención, ha desatado una ola de protestas.

La polémica iniciativa, defendida por el gobernador DeSantis como una respuesta a la "creciente demanda" y a la colaboración con la administración Trump para "acelerar deportaciones", ha sido recibida con el calificativo de "Depósito de Deportación" por parte de activistas. DeSantis, en un discurso en Tallahassee, se mostró confiado en que la instalación

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