Desde que le entregó, a su editor, el manuscrito de Cartas sin remitente (finales de 2020), l a bogotana Andrea Sarmiento no frenó su motor creativo; de hecho, no cerró el suiche de su vehículo emocional: la escritura –a pesar de haberse descrito, en la solapa de aquel primer libro, una ‘inexperta escritora’– y por ello, acaba de estrenar la segunda temporada de sus introspectivas y divertidas misivas que, se suponía, carecerían de destinatario y no, de remitente.

“Tan corto es aún mi vocabulario que, cuando elegí el nombre, creí erróneamente que el remitente era el que recibía la carta”, confesó Andrea en su debut literario, cuyo prólogo (escrito por ella misma) también fue la vía de escape del pánico que sintió cuando su editor le recordó la importancia de dicha página de su libro. “Ni

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