El gobierno ha ofrecido que habrá una consulta pública sobre la reforma electoral donde los participantes tendrán voz sin voto. Muy generoso.
La oferta, dice Jorge Castañeda, plantea un dilema: si se participa en la consulta, se legitima su resultado. Si no se participa, pues no se participa y se deja el camino libre a la imposición.
Imposición habrá de cualquier modo, como está anunciado ya, tanto en las palabras de la presidenta Sheinbaum como en las del cada día más simpático presidente de la comisión electoral, Pablo Gómez.
La pregunta para mí no es cómo influir en el resultado, sino cómo hacer más incómoda la imposición. Creo que la imposición será más incómoda si hay una fuerte participación no gubernamental en la consulta. Creo que la incomodidad sería del tamaño de la participac