Como si estuviera programada, la primera tormenta caía en torno a la Virgen de Agosto. Esa semana en la que había fiestas en Formiche, en Cabra, en Jorcas y en tantos otros pueblos de Teruel a los que ya no llegaba nuestro circuito habitual.

Estos años la cosa anda más desteclada y lo mismo te encuentras con un verano sin una gota de agua que uno como este agosto en el que a los días de dormir con la ventana abierta (creía que no iba a vivir esto jamás en el pueblo) le suceden otros de truenos, agua y posterior refrescada. Incluso antes de la semana de la Virgen.

Ahora ya tocaba. Y esta tarde escribo mientras los truenos se convierten en agua a una hora temprana que hace pensar que aún podremos dar el paseo por el río para ver si, por un día, corre el agua.

Me cuentan que en el río hubo

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