El estrés forma parte de la vida cotidiana y cumple una función biológica esencial: preparar al organismo para afrontar amenazas o desafíos inmediatos. Durante miles de años, esta respuesta contribuyó a la supervivencia humana, al activar mecanismos físicos y mentales que permitían reaccionar de forma rápida y eficaz ante peligros reales. Sin embargo, en el contexto actual, donde la mayoría de las amenazas físicas fueron sustituidas por presiones sociales, laborales y económicas, la activación continua de estos mecanismos puede provocar efectos nocivos en la salud , especialmente en el cerebro.
Diversos estudios documentaron que el estrés crónico altera funciones neurológicas claves. Según detalló American Brain Foundation , “cuando una persona percibe una situación como i