En lo alto del Observatorio del Roque de los Muchachos, un rostro luminoso con ojos pixelados y sonrisa digital recibe a los visitantes del Gran Telescopio de Canarias: se llama Gara, y aunque parezca sólo un simpático robot, es la primera pieza visible de un proyecto para dotar al GTC de una capacidad de respuesta casi autónoma.
El director del GTC, Romano Corradi ha explicado cómo «la idea es dar un poco de consciencia a todo el telescopio, para que pueda reaccionar por sí mismo a ciertos eventos , siempre bajo supervisión humana».
Esa «consciencia» no es ciencia ficción, sino la aplicación de inteligencia artificial y sistemas ciber-físicos a uno de los instrumentos científicos más potentes del planeta.
Un objetivo que, según Corradi, permitirá que tareas rutinarias como cerrar