Lo que me gusta de la televisión de los 90 es su absoluta inocencia dentro de la gran algarabía de tendencias que existieron. Las magnas y estridentes corbatas, rodeadas de mobiliario fucsia y verde turquesa, dieron paso a los galantes platós de madera caoba y a una estirpe de presentadores que, a día de hoy, no han sido superados. Gente con gracia innata, con garbo y salero, como dirían en cualquier zarzuela; profesionales que evolucionan y dan el “sí quiero” a un futuro prometedor.

En verano, me encantan los planes en Madrid: no hay gente y hay hasta hueco para aparcar. Y, como tenía más sed que patinetes eléctricos hay en España, decidí beberme unas aguas con dos buenos amigos, justo antes de su función, porque están de gira con la maravillosa comedia Se alquila en el Teatro Bellas Ar

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