En la cocina. En los cosméticos. En los alimentos. En los productos de limpieza. Como una epidemia silenciosa, nuestra comida y muchos de los objetos cotidianos contienen tóxicos que pueden alterar nuestras hormonas . Son los llamados disruptores endocrinos , un concepto cada vez más presente en la conversación social –a tenor del volumen de publicaciones en redes advirtiendo de sus peligros y proponiendo otros productos ‘libres de tóxicos’– y del que viene alertando la comunidad científica.
De hecho, se han identificado alrededor de 2.000 contaminantes con capacidad de producir disfunciones hormonales y efectos adversos en la salud respiratoria, cardiovascular, metabólica, cognitiva, reproductiva y del desarrollo. Y también con incidencia en ciertos cánceres hormonales y la pub