Solo hay algo que puede confirmarse: perdemos todos. Porque, sin lideres fuertes como voz de Europa, quedamos a merced de un autócrata depravado, Trump, que cada vez avanza más en la destrucción de la democracia y la cordura y frente al otro: un Putin al que tampoco apasiona la democracia
Por fin se reúnen los dos viejos amigos y colaboradores. Lucha de egos, sin embargo, con un Putin mucho más inteligente que Trump, que no tiene empacho en presumir de su estulticia, o, visto desde su punto de vista, de un supuestamente hábil ejercicio del poder. La UE, y eso es lo trágico, de público silente presto a acatar lo que diga el estadounidense. Ucrania y Zelenski insertados en el pincho de la barbacoa listo para el festín. Sin voz, ni voto. Ni siquiera participan de la conversación. Derrotado de antemano y dispuesto a ceder con gran probabilidad. Son los términos de este tiempo cada vez más desbocado.
No darán grandes noticias de fondo y tampoco es seguro que se cumplan. Los “alto el fuego inmediato” son papel mojado últimamente. Solo hay algo que puede confirmarse: perdemos todos. Porque, sin líderes fuertes como voz de Europa, quedamos a merced de un autócrata depravado, Trump, que cada vez avanza más en la destrucción de la democracia y la cordura y frente al otro, un Putin al que tampoco apasiona la democracia y que previsiblemente saldrá reforzado del encuentro. Ambos sacarán tajada de la reunión.
La ofensiva no está para acatar, como hace la UE: los planes del gobierno Trump son muy inquietantes. Hace un par de días el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo en Fox News que EEUU tratará a partir de ahora la riqueza de sus aliados como un “fondo soberano de riqueza” estadounidense, “orientándolos”, “en gran medida a discreción del presidente”, sobre cómo utilizar su dinero para construir fábricas estadounidenses y relocalizar industrias. Incluso el presentador de Fox News no lo podía creer y lo calificó de “apropiación offshore”, un sinónimo de robo. Así que sigan contemporizando en la UE… o suplicando a Trump.
Escribía un editorial el periódico que vino siendo la referencia internacional del periodismo en España, El País, exactamente eso: “Europa suplica a Trump”. Tiene “miedo a que la Casa Blanca acepte de Putin una solución indigna para Ucrania”. ¿Qué más puede querer alguien como Donald Trump?
El multidelincuente Trump parece querer añadir a su currículo el Nobel de la Paz, aunque parezca mentira. Y cunde la idea al parecer, expresada textualmente de que “las teatralidades de Merz y Macron no detendrán los tanques rusos el fuerte liderazgo estadounidense sí”. No es liderazgo, es fuerza, chantaje, arbitrariedad. Y, de momento, es Trump quien está causando un daño inmenso a su país y al mundo, para hoy y generaciones futuras. Trump… y sus homólogos en otros países.
Cada día asistimos a manifestaciones añadidas de la más profunda ignorancia que combaten la ciencia, la investigación, la sanidad, el pensamiento lógico, la racionalidad. Crecen todos los negacionismos, con especial hincapié en los que marcan una involución ideológica manifiesta en todos los avances logrados, desde la salud al feminismo. Casi no da tiempo a atender tantos frentes como se abren. Millones de personas han adquirido las teorías antivacunas del Kennedy, Secretario de Estado de Trump, para desdoro de su familia. Y muestran fotografías, estudios, que dicen demostrar que algo que ha salvado tatas vidas como las vacunas, en realidad mata. Esta cuenta delirante tiene casi dos millones de seguidores.
En pocos días, se quemarán en Europa anticonceptivos valorados en 10 millones de dólares, por orden de Trump. Las autoridades empiezan a ceder ante su presión. Se ha organizado una petición popular para intentar frenarlo, de esas que se han convertido apenas en algo testimonial. Tienen la palabra la UE y los países que la componen ¿lo impedirán? No lo parece. Se trata de una medida económica pero también ideológica. Recuerden que el jefe del Pentágono -un cretino que presentaba informativos en la Fox- simpatiza con la idea de quitar el voto a las mujeres. Atención a esta quema de anticonceptivos, nadie nos dice que por este camino no quemarán o prohibirán medicamentos u otros productos sanitarios.
El trumpismo está cortando subvenciones a la investigación, ataca sin piedad a las universidades como centros del pensamiento. Y ya se nota. China y Taiwán tienen más universidades que EE UU en los 500 primeros puestos en el Ranking de Shanghái por primera vez. Ha sido muy rápido el deterioro de las estadounidenses, pero es que Trump ha castigado la independencia de varias de sus universidades mundialmente acreditadas. En cabeza, Harvard, a la que ha quitado 9.000 millones de dólares en su financiación. Pero han sufrido recortes además Columbia o Pensilvania, entre otras. El artículo cita a los centros españoles: también se estancan en la clasificación más prestigiosa del mundo por la falta de financiación.
Y es que, sí, todos hemos perdido ya con la ola ultraderechista, obtusa y represora de la que Trump es el modelo prototipo, pero no el único. Aquí también se ataca a las universidades públicas para potenciar las privadas que llegan incluso a regalar títulos. Ayuso es su principal exponente. No por sus capacidades sino porque se pliega a la perfección a los mandatos de esa ola internacional que fomenta la ignorancia. Un instrumento básico de control y aumento de la desigualdad. Y pasa con todo. Con la Sanidad Pública por la que pelean miles de profesionales de primera categoría. O… con el cambio climático, que también niegan. Mientras escribo he encontrado este tuit -los hay estupendos, incluidos los del ministro Puente- de Manuel Pezzi que lo explica mejor que nadie:
Lo que está haciendo el PP con los incendios estos días es sobrecogedor. Su presidente, Alberto Núñez Feijóo, emite declaraciones de extrema vileza intentando eludir las responsabilidades de las comunidades del PP en las que se expanden los principales fuegos. Ya se ha apuntado Ayuso a su regreso de las vacaciones en Miami con su imputado novio. Y lo más terrible si cabe es cómo los medios secundan esta estrategia de la confusión, desde El País a TVE en los telediarios, no en los programas que critica el Consejo de informativos. Hay que insistir en el nudo de a quién compete el cuidado, la financiación y cuanto rodea el tema, y también en qué hace y por qué el PP. Habría que precisar ciertos titulares. Por ejemplo: “Guerra política desencadenada por el PP en busca de eludir sus responsabilidades y cargarlas sobre el Gobierno”. Se puede añadir “sucia” a la guerra, “como siempre”, o “con la colaboración de buena parte de los medios”. Las víctimas les importan cero.
Demasiadas expectativas para la cumbre Trump-Putin en Anchorage, Alaska. Trump parece viajar un tanto perdido al elogiar tras haberle llamado incluso al dictador de Bielorrusia que ayudó a Putin en su invasión de Ucrania. Él está en casa, en territorio estadounidense, y Putin, tan nostálgico de pasadas grandezas de su país, en el territorio perdido por Rusia. El zar Alejandro II lo vendió en 1867 por 7,2 millones de dólares y nos cuentan que aún les duele.
Ese norte que separa dos continentes, dos pesos pesados de ambos como Estados Unidos y Rusia, por el Estrecho -muy estrecho-de Bering parece lugar emblemático para una cita entre los que hoy se reparten el mundo, o los que siguen en él con autorización de Trump y plegados a sus métodos. Pero recuerden, hagan lo que hagan, estos y toda la tropa similar de políticos, siempre perdemos nosotros, el común de los ciudadanos. Con la connivencia atroz de dirigentes de prácticamente todo el resto de países.