A José Alejandro Hofmann le dijeron que no viviría más de veinte años, que nunca caminaría, que jamás podría vestirse solo o hablar con fluidez. Nació en un parto gemelar complicado, con el cordón umbilical enredado.

Su vida, sin embargo, ha sido la mejor prueba de que las sentencias pueden revertirse. La infancia de José Alejandro fue dura, marcada por la soledad, la exclusión y una larga lista de “no se puede”. Aprendió a caminar a los 14 años, a manejar cubiertos y vestirse ya en la adolescencia. La lectura fue su refugio y, poco a poco, se abrió camino en un mundo que no siempre estuvo dispuesto a abrirle las puertas.

Hoy, contra todo pronóstico, es juez de la República a los 35 años. Desde su despacho, defiende con vehemencia la independencia judicial y no teme decir lo que piensa,

See Full Page