Mario Lugones, el ministro de Salud, pisó importantes despachos de la Casa Rosada en dos oportunidades. Estuvo el miércoles y el jueves. Evitó a toda costa contactos con la prensa. Se esforzó en eludir pedidos de explicaciones sobre el tema que dominó la agenda de esta semana corta: el crecimiento de las muertes por fentanilo y el desarrollo de un problema que se convirtió en crisis inesperada para un Gobierno que, hasta ahora, sólo estaba inmiscuido en la campaña electoral.
Los 96 fallecimientos por el uso de las ampollas del lote 31.202 de fentanilo elaborados por Laboratorios Ramallo SA de HLB Pharma no estuvieron en el radar de la narrativa oficial hasta este miércoles. Ese día, que coincidió con la presencia del jefe de la cartera sanitaria en Balcarce 50, se comenzaron a gestar las