“Sobre nuestras vidas, pero sin nuestra voz”. Con esa sensación de impotencia y desgaste describen muchos ucranianos el temor de que las conversaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin deriven en un acuerdo de paz que no refleje las aspiraciones ni el sufrimiento del pueblo afectado por más de dos años de guerra.
La expectativa generada por la cumbre celebrada en Alaska estuvo marcada por la desconfianza en Kiev, donde amplios sectores de la sociedad consideran que cualquier negociación internacional que ignore la voz de los ucranianos podría desembocar en una solución injusta, que consolide la ocupación rusa en territorios clave.
El agotamiento social tras la prolongación del conflicto, las pérdidas humanas y la incertidumbre económica alimentan el miedo a que las potencias decidan e