Atravesando Sor, la parte continental de la ciudad de Saint Louis, las casas descuidadas se pegaban a la carretera, los puestos de verduras y frutas en el suelo abundaban en las calles y el bullicio de la gente moviéndose de arriba abajo me hizo pensar en Dakar. Fijando mi mirada al frente, vi aparecer sobre los ocho arcos de estructura metálica y vigas de acero el puente de Faidherbe, brazo de entrada al casco histórico de la ciudad.

Al otro lado del puente, ya en la zona vieja, terminó mi trayecto, pues era mi destino final. El coche se detuvo justo al lado del Hotel La Posta. Allí estaba, enfrente del continente, donde se extienden islas de arena que guardan la desembocadura del río Senegal con el océano Atlántico. El sol entraba por los balcones de madera, avivando las paredes de cal

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