El cambio en la política de seguridad de Donald Trump frente a su vecino del sur fue evidente desde el día que tomó posesión por segunda vez como presidente de Estados Unidos. Ese 20 de enero último el republicano firmó una avalancha de órdenes ejecutivas entre las cuales destacaba la que declaró un estado “de emergencia nacional” en la frontera con México. Eso implicó el envío masivo de tropas a la franja limítrofe.

En los cinco meses que han pasado desde entonces el Pentágono cuadruplicó el número de militares emplazados para custodiar la línea divisoria binacional, que hoy llegan a 10 mil y cuentan con equipo de combate y vigilancia transfronteriza como helicópteros Black Hawk, drones espía Predator B y unos 100 vehículos Stryker todoterreno que fueron usados en las guerras en Irak y A

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