En Andalucía , sobre todo en los pueblos pero también en las ciudades, el canto de los pájaros suele marcar el compás de las mañanas y a más de uno incluso le saca de la cama. Este agosto, sin embargo, muchos vecinos se despiertan y descubren un silencio inusual. Ya no se escuchan gorriones, jilgueros ni mirlos.
Solo rompe la quietud el zumbido persistente de las cigarras , desde las primeras luces del alba hasta mucho después del último rayo de Sol. Estos insectos, resistentes al calor, continúan su ritual de verano mientras las aves permanecen escondidas, reduciendo su actividad al mínimo.
A primera vista, podría parecer un capricho del verano, pero detrás de este silencio se esconde una respuesta natural de las aves a semanas de calor extremo.
Silencio entre los árboles
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