Hay proyectos que trascienden el ámbito del arte para convertirse en símbolos de resistencia . La Casa de los Títeres de Abizanda es uno de ellos. Levantada hace veinte años sobre las ruinas de tres casas en desuso, fruto de la tenacidad de los Titiriteros de Binéfar, este espacio ha demostrado que la cultura no solo entretiene: también habita, restaura y devuelve vida a lo que parecía condenado al silencio.
Abizanda, un pequeño municipio del Sobrarbe con apenas unas decenas de habitantes, encarnaba la imagen misma de la España vaciada: patrimonio en ruinas, futuro incierto, despoblación constante . En ese escenario, la llegada de un teatro, un museo de títeres y una era para las representaciones al aire libre parecía, más que un plan de gestión cultural, un acto de fe . Y lo