
La Playa de Covachos , en Soto de la Marina , esconde un fenómeno natural único en Cantabria : un tómbolo de arena que conecta con el islote Castro de Covachos y desaparece en cuanto sube la marea. Un enclave mágico, salvaje y efímero .
Covachos: la playa que se esfuma con el mar
En el litoral quebrado y abrupto de la costa central cántabra , donde los acantilados custodian el silencio y la brisa del norte esculpe los paisajes, se encuentra uno de los enclaves más singulares y desconocidos de España : la Playa de Covachos , también conocida como la playa fantasma .
Situada en el municipio de Santa Cruz de Bezana , concretamente en Soto de la Marina , Covachos se despliega como un escenario cambiante, casi onírico. Aquí, la geografía no es una constante, sino un fenómeno mutable. Durante unas pocas horas al día, cuando la marea baja retira su dominio, emerge una estrecha lengua de arena que conecta la orilla con el islote del Castro de Covachos , formando un tómbolo natural de belleza insólita.
Pero esa conexión es efímera. Apenas la marea vuelve a subir, el mar engulle el sendero dorado y la playa se fragmenta en dos mundos separados por el agua . De ahí su apodo: la playa que aparece y desaparece . Un lugar donde la naturaleza escribe en tiempo real y cada visitante asiste, sin saberlo, a un espectáculo irrepetible.
Un fenómeno geológico fascinante: el tómbolo
El tómbolo de Covachos es un ejemplo claro de geomorfología costera dinámica . Se trata de una formación de arena que une, temporalmente, la playa con un islote próximo, permitiendo el acceso a pie durante la bajamar . Es un fenómeno poco común, más frecuente en zonas mediterráneas o atlánticas del sur, pero extremadamente raro en el Cantábrico , donde la fuerza de las mareas y la disposición del terreno no suelen permitir este tipo de formaciones.
En Covachos, sin embargo, el azar ha dispuesto los elementos para que se forme uno de los tómbolos más fotogénicos de la península , atrayendo a amantes de la naturaleza, fotógrafos de paisaje, senderistas y curiosos que buscan algo más que una playa para tomar el sol.
Un entorno virgen, aislado y de belleza salvaje
La Playa de Covachos no solo destaca por su fenómeno natural. Es, además, un espacio virgen y aislado , de difícil acceso, lo que ha contribuido a mantenerla libre de masificaciones. Flanqueada por acantilados y vegetación costera, no cuenta con servicios, duchas ni chiringuitos. Su acceso empinado y pedregoso exige un mínimo de precaución, pero compensa con creces a quien se atreve a descubrirla.
La arena es dorada y fina , y las aguas, cuando el viento lo permite, son de un tono turquesa translúcido más propio de latitudes mediterráneas. La presencia del islote del Castro , con su silueta rotunda, añade un componente dramático y escenográfico único en la costa cantábrica.
Advertencia: una playa solo para conocedores
Por su carácter salvaje y cambiante , Covachos no es una playa para improvisados . Es imprescindible consultar las tablas de mareas antes de visitarla, ya que el acceso al tómbolo puede ser peligroso si no se calcula el tiempo con precisión. La subida repentina de la marea ha sorprendido en más de una ocasión a visitantes que no anticiparon el cierre del paso. Además, la zona no cuenta con socorristas ni vigilancia.
También conviene saber que, tradicionalmente, ha sido una playa frecuentada por nudistas , aunque en la actualidad conviven bañistas de todo tipo con naturalidad.
Covachos, un secreto a voces entre mar y piedra
La Playa de Covachos es mucho más que un destino estival. Es un laboratorio vivo de la naturaleza , un rincón donde el tiempo se mide por el ir y venir del agua, y donde el viajero atento puede descubrir algo más que arena y sol: puede contemplar la danza entre tierra y mar , fugaz y eterna.
En un tiempo donde las costas se uniforman y se masifican, Covachos resiste con su belleza extraña, remota, silenciosa . Un lugar que, como todo lo valioso, exige ser buscado, entendido y respetado .