En los últimos años, un fenómeno curioso se ha vuelto cada vez más común en los paisajes de España. Les hablo del deshoje prematuro de los árboles. Lo que antes era un espectáculo otoñal y exclusivo de sus meses, ahora se manifiesta en pleno verano, transformando un agosto de calor en un preludio del otoño.

Este cambio, aunque visualmente impactante, no es una curiosidad de la naturaleza, es el estrés hídrico y las altas temperaturas que afecta a la vegetación.

Este fenómeno de adaptación es un mecanismo de supervivencia. Para conservar la poca agua disponible, los árboles cierran los conductos que llevan el líquido vital a las hojas, provocando que estas se sequen, cambien de color y, finalmente, caigan. Mientras que algunas especies más antiguas y resistentes logran soportar la falta d

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