Cuando se escriba la historia de este genocidio, habrá capítulos sobre el papel de los medios de comunicación y la sección dedicada a Alemania será incómodamente extensa

Análisis - Israel mata a reporteros palestinos y veta a la prensa internacional: la otra guerra de Netanyahu es por el relato

¿Cuál es el papel del periodismo cuando los reporteros palestinos son tratados como terroristas y abandonados a su suerte? El pasado mes de octubre hablé con el periodista Hossam Shabat. Me describió cómo las familias empaquetaban lo poco que les quedaba en el norte de Gaza cuando Israel empezó a poner en marcha su “plan de los generales”. Seis meses después, Shabat estaba muerto, asesinado por Israel, acusado de ser un agente de Hamás.

Israel no intenta ocultar estos asesinatos. Al contrario, a menudo difama a sus víctimas por adelantado, tachando a los periodistas de “terroristas”, acusaciones que rara vez se fundamentan. Estas etiquetas tienen un objetivo claro: despojar a los reporteros de su condición de civiles y hacer que su asesinato parezca moralmente aceptable. Los periodistas no son objetivos legítimos. Matarlos es un crimen de guerra.

El último episodio conmocionó al mundo: cinco periodistas de Al Jazeera fueron asesinados en una carpa para la prensa en la ciudad de Gaza, entre ellos Anas al-Sharif, cuyo rostro se había vuelto familiar para cualquiera que siguiera de cerca la situación en Gaza. Tanto la ONU como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) habían advertido que la vida de al-Sharif estaba en peligro. Semanas después, estaba muerto.

Existe un consenso cada vez mayor que reconoce que Gaza es el escenario de un genocidio retransmitido en directo. Sin embargo, en Alemania, un país que se enorgullece de haber aprendido las lecciones de su propia historia genocida, algunas de las instituciones mediáticas más poderosas han contribuido a facilitar las acciones de Israel. Algunos periodistas alemanes incluso han justificado el asesinato de sus colegas palestinos.

El ejemplo más claro es el del conglomerado Axel Springer, el mayor editor de Europa y propietario del tabloide Bild, el periódico más leído de Alemania. Horas después de que se hiciera pública la muerte de al-Sharif, Bild publicó su imagen bajo este titular: 'Terrorista disfrazado de periodista asesinado en Gaza' (que más tarde se cambió por 'El periodista asesinado era presuntamente un terrorista'). Reflexionemos sobre ello.

Aproximadamente una semana antes, Bild había publicado otro artículo: 'Este fotógrafo de Gaza hace montajes de propaganda de Hamás'. El artículo se centraba en el fotógrafo palestino Anas Zayed Fteiha, al que acusaba de manipular imágenes de palestinos hambrientos como parte de una campaña de Hamás, a pesar de las evidencias de que los protagonistas de las fotos están realmente hambrientos y esperando comida. En el artículo, la condición de periodista de Fteiha, que trabaja habitualmente para la agencia de noticias turca Anadolu, aparecía entre comillas, lo que daba a entender que no era un periodista de verdad y que las imágenes de hambre eran exageraciones inventadas.

La noticia publicada por Bild, junto con un artículo similar en el periódico liberal Süddeutsche Zeitung (SZ), fue rápidamente amplificada en X por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, que las citó como prueba de que Hamás manipula la opinión pública mundial. Fteiha fue tildado de “enemigo de Israel y de los judíos” al servicio de Hamás. La Fundación Humanitaria de Gaza (la cuestionada organización dedicada al reparto de ayuda tras apartar a la ONU) se sumó rápidamente a la campaña, junto con influyentes figuras de la derecha.

Los medios de comunicación alemanes se convirtieron en este caso en herramienta directa para el argumentario de Israel, que se recicló rápidamente en el escenario internacional y se empleó como “prueba” de una conspiración contra Israel. Fteiha respondió: “Yo no creo sufrimiento. Lo documento”. Calificar su trabajo de “propaganda de Hamás”, continuó, “es un delito contra la propia prensa”.

Apenas unos días antes de la publicación de los artículos de Bild y SZ, una de las asociaciones de periodistas más grandes de Alemania, el Deutscher Journalisten-Verband (DJV), emitió un comunicado en el que advertía sobre la “manipulación” en las fotografías de prensa. En concreto, ponía en duda las imágenes que mostraban a niños demacrados en Gaza, alegando que su estado “aparentemente no es atribuible a la hambruna en Gaza”. La DJV no aportó ninguna prueba para respaldar esta afirmación, en gran parte porque no existe tal prueba.

Ante la reacción negativa en Internet, la asociación citó un artículo publicado en julio en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, cuyo autor había especulado sobre si las imágenes de bebés demacrados de Gaza eran realmente el resultado del hambre o más bien de enfermedades preexistentes como la fibrosis quística. El artículo sugería que las publicaciones habían sido negligentes o manipuladoras al publicar estas fotos sin más detalles. En su argumentación se omitía el hecho de que el hambre y las afecciones preexistentes no pueden separarse claramente en estas circunstancias y que ninguna enfermedad preexistente puede producir por sí sola una situación de debilidad tan extrema como la que muestran las imágenes de niños y bebés.

Ese sesgo no es nuevo en el panorama mediático alemán. En Axel Springer, el apoyo a la existencia del Estado de Israel ocupa el segundo lugar en la lista de principios rectores de la empresa, sus llamados “fundamentos”. En septiembre del año pasado, Bild contribuyó a descarrilar las negociaciones de alto el fuego al publicar un reportaje “exclusivo” con extractos de una estrategia de Hamás filtrados a Bild por los asesores de Benjamin Netanyahu. En él, Bild afirmaba que Hamás “no pretendía poner fin rápidamente a la guerra”, lo que eximía claramente a Netanyahu de cualquier responsabilidad por el fracaso de las negociaciones en ese momento. (En respuesta a las preguntas sobre la noticia, un portavoz de Bild declaró a la revista +972 que la publicación no hace comentarios sobre sus fuentes).

Al final resultó que el documento de Hamás había sido tergiversado ampliamente por Bild, eliminando partes cruciales, tal y como desveló el programa de la ARD Panorama. El momento no podía haber sido más oportuno para Netanyahu: la noticia se publicó justo cuando las protestas masivas ejercían presión sobre su posición. Poco después de la publicación del informe de Bild, Netanyahu lo citó en una reunión del gabinete para presentar a los manifestantes como peones de Hamás. El artículo de Bild sigue publicado en su web sin correcciones.

Sin embargo, el problema va mucho más allá de Bild y Axel Springer. En la mayoría de los medios de comunicación tradicionales alemanes, la incapacidad de ofrecer una cobertura equilibrada y basada en hechos sobre Israel y Palestina es habitual, algo que se hizo evidente tras los atentados del 7 de octubre. Afirmaciones falsas, como que Hamás había decapitado a 40 bebés, junto con otras informaciones deliberadamente erróneas, siguen sin ser corregidas.

Los medios de comunicación de todo el espectro político en Alemania omiten sistemáticamente el contexto histórico, presentan las muertes palestinas en términos pasivos y despolitizados y muestran una fe casi ciega en la “verificación” militar israelí, al tiempo que ignoran un historial bien documentado de desinformación por parte de fuentes estatales israelíes. En enero, el periódico de izquierdas Die Tageszeitung publicó un artículo titulado: '¿Pueden los periodistas ser terroristas?'. El artículo citaba al Ejército israelí cuatro veces, pero no citaba a ningún periodista de Gaza.

Este tipo de narrativas, habituales en el panorama mediático alemán, contribuyen a despojar de credibilidad a los periodistas palestinos y, en el peor de los casos, a proporcionar a Israel justificaciones prefabricadas para atacarlos.

La promesa alemana del “nunca más” debe tener peso, dada la profunda historia genocida del país. Sin embargo, suena hueca cuando los principales medios de comunicación del país blanquean o suministran propaganda para legitimar la matanza masiva en Gaza. Eso no es periodismo al servicio de la verdad, es periodismo al servicio de la violencia. Romper este ciclo requeriría un serio examen de las culturas editoriales y las lealtades políticas que han permitido que el periodismo alemán se utilice como arma de esta manera.