Unas cuestionadas encuestas previas muestran una ventaja mínima del empresario Samuel Doria Medina sobre el expresidente Jorge Quiroga y a gran distancia del candidato de izquierda Andrónico Rodríguez, mientras Morales promueve el voto nulo tras ser inhabilitado

Bolivia, el fin de una era: protestas ante la exclusión de Evo Morales de unos comicios clave con la derecha en cabeza

El empresario Samuel Doria Medina (centroderecha) y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (derecha) parten como favoritos para ganar este domingo en Bolivia las elecciones presidenciales, que apuntan al fin de la hegemonía política de casi 20 años del Movimiento al Socialismo (MAS), hoy golpeado por una de las peores crisis económicas del último medio siglo en el país andino. De fondo asoma el fantasma de la abstención, toda vez que el histórico líder Evo Morales, inhabilitado para la contienda, ha abogado por el voto nulo.

Asumidas como históricas por los actores políticos en pugna, las elecciones de este domingo, en las que podrán participar casi ocho millones de personas, se encaminan a clausurar el ciclo en el poder del MAS, asociado al “socialismo del siglo XXI” que desde 2005 viene gobernando Bolivia a través de Evo Morales (2006-2019) y de Luis Arce (2020-2025). Una gestión que fue solo interrumpida por el régimen transitorio de Jeanine Áñez (2019-2020), encaramada al poder con una polémica maniobra tras las elecciones de octubre de 2019 que dieron por vencedor al MAS de Evo.

Por primera vez desde 2005, el MAS no es el favorito para ganar. Su actual candidato, el exministro de Gobierno (Interior) Eduardo del Castillo, de 36 años, aparece séptimo u octavo en las más recientes encuestas difundidas por los principales medios de comunicación del país, con base en Santa Cruz, al este. En todas ella alcanza un 2% entre los potenciales votantes, porcentaje que, de confirmarse, derivaría en la desaparición legal del partido —que sustenta el Gobierno en funciones—, toda vez que la ley electoral establece la pérdida de personalidad jurídica de las organizaciones políticas con menos del 3% de votación.

La paupérrima intención de voto del oficialismo contrasta con los elevados porcentajes cosechadas entre 2005 y 2019. El MAS llegó al gobierno en cuatro oportunidades, tres con Evo Morales y una con Luis Arce, tras vencer a sus rivales en primera vuelta con más del 50% del apoyo electoral.

Esos números parecen de otro país si se los compara con los que ostentan los candidatos hoy en carrera. Según las encuestas avaladas por el Tribunal Supremo Electoral, la mayoría muestra a Doria escasamente por delante —apenas uno o dos puntos— de Quiroga en intención de voto, con entre el 21% y el 24% de los apoyos.

Como ninguno de los candidatos podrá, previsiblemente, superar el 50% de los votos, habría que celebrar una segunda vuelta que, según el calendario electoral, debería celebrarse el 19 de octubre.

Por detrás de Doria Medina, de 66 años, y candidato de la alianza Unidad, y Quiroga, de 65, apoyado por la alianza Libre, viene a gran distancia un pelotón de aspirantes. Entre el tercer y quinto lugar se ubican Rodrigo Paz (Partido Demócrata Cristiano), Andrónico Rodríguez (Alianza Popular) y Manfred Reyes Villa (APB-Súmate), con números inferiores al 10% y diferencias mínimas entre sí. Mientras que Paz y Reyes Villa se reivindican como firmes representantes de la derecha e implacables detractores del socialismo, Rodríguez es el único postulante alineado a la izquierda con alguna posibilidad de pelear por los primeros lugares en estas elecciones.

El factor Andrónico y las dudas sobre los sondeos

Formado como dirigente sindical de los productores de coca del Trópico de Cochabamba, el mismo movimiento social del que emergió Evo Morales, Rodríguez es aún senador del MAS y preside la Cámara de Senadores de Bolivia desde el inicio de la gestión de Arce. Sin embargo, ha debido alejarse del partido gobernante por sus diferencias con el bloque político del presidente y, en los últimos tiempos, también ha tomado distancia de Morales, quien, lejos de verlo como su heredero, lo considera un traidor.

Hasta hace unos meses, las encuestas proyectaban a Rodríguez como uno de los favoritos para disputar la presidencia. No obstante, su desempeño ha caído drásticamente en los más recientes estudios de opinión, lo que algunos analistas atribuyen a su vinculación con el régimen masista y a la campaña en contra del propio Morales, quien, al haber sido inhabilitado para competir en estas elecciones, promueve el voto nulo.

Pese a su declive en las encuestas, hay quienes creen que Andrónico, como es conocido, aún puede escalar y dar la sorpresa el día de la votación. El sociólogo e investigador Ricardo Alonzo Fernández se muestra escéptico respecto a los números que pronostican los estudios de opinión y para eso vuelve la mirada a 2020, año en que Luis Arce ganó las elecciones con el 55%, un promedio muy superior al que le vaticinaban las encuestas.

Ese desfase, “una de las mayores desviaciones registradas en la región en los últimos años”, se debió a “un severo sesgo de subcobertura, donde las metodologías, a menudo telefónicas, fueron incapaces de alcanzar al electorado rural, un bastión histórico del MAS que representa a un segmento significativo de la población”, dice Fernández, doctorando en Estadística de la Universidad de Granada.

El especialista cree que el problema de fondo de las encuestas persiste hoy debido a que las empresas encargadas no han sido capaces de superar el “sesgo de subcobertura” por limitaciones logísticas “al no poder, o no saber, medir con precisión a un electorado rural y a un voto oculto que se ha mostrado consistentemente reticente a revelar su preferencia en climas de alta polarización”, advierte.

La observación sobre el “voto oculto” no es gratuita. Además de la ventaja de Doria Medina y de Quiroga, si algo comparten las encuestas es el importante porcentaje de indecisos, que rondan el 15%, que sumados a las potenciales papeletas nulas o en blanco bordean el 33%.

Estos porcentajes llamados “residuales” son los que sostienen la cautela con que Alonzo y otros analistas siguen el proceso electoral. Es el caso del investigador Óscar Gracia Landaeta, quien no descarta una segunda vuelta con un candidato de derecha y otro de izquierda. “El porcentaje importante de votos indecisos podría modificar el escenario, en la medida en que tienda a brindar un apoyo generalizado al candidato del bloque popular”, dice Gracia, jefe de la carrera de Relaciones y Negocios Internacionales de la Universidad Privada Boliviana (UPB-Cochabamba), en alusión al bloque de organizaciones sociales escindidas del MAS.

Fin del MAS y segunda vuelta

Además de presidente y vicepresidente, en las elecciones del domingo se votará para elegir a 175 parlamentarios de la Asamblea Legislativa Plurinacional, de los cuales 130 se eligen directamente. En todo caso, la segunda vuelta se antoja inevitable, según Fernández, aunque con un matiz: “La suposición de que será una contienda exclusiva entre partidos de derecha se basa en datos de encuestas cuya fiabilidad puede cuestionarse”.

Coincide en esta lectura Gracia, para quien el escenario del balotaje “parece estar consolidado”. De ser así, lo más probable, añade el investigador, es que en la segunda vuelta se imponga “un gobierno de derecha”, ya sea el de Doria Medina o Quiroga. Su pronóstico se desprende de un diagnóstico a su entender inapelable: los dos soportes que mantuvieron al MAS en el poder se han caído a pedazos. El primero al que alude es la concentración del poder político en el proyecto del MAS tras el quiebre del sistema de partidos tradicionales vigente desde los años 90.

El segundo es el fin del “superciclo” de altos precios internacionales del gas natural y los minerales bolivianos. “Ambas circunstancias ahora ya no están presentes. Hay una crisis de legitimidad en el discurso de la izquierda y en la figura tanto de Evo Morales como del MAS. Por otra parte, se ha llegado al fin de un ciclo económico y existe la percepción de que se necesitan nuevas formas de encarar los proyectos de desarrollo para el país y combatir la crisis económica”, observa. Fernández cree igualmente que el modelo del MAS, que “financió la expansión del gasto público y los subsidios con los ingresos del gas, ha llegado a su límite”.