México suele discutir sus reformas electorales como si cada sexenio hubiera que inventar la rueda. Esa inercia no solo agota a la opinión pública; erosiona lo que sí funciona y distrae de lo que debe corregirse, basta con recordar, los llamados: plan a, plan b y plan c. Por ello, ante el hecho de la Conformación de una Comisión encabezada por Pablo Gómez, conviene recuperar tres premisas sencillas y, sin embargo, decisivas.
Primera, el andamiaje electoral nacional y de sus entidades federativas, en lo esencial, funciona, así como en nuestro estado de Chihuahua. Produce alternancias, canaliza pacíficamente la renovación del poder y resiste embates que en otras latitudes ya hubieran descarrilado el proceso democrático. Aun con ello, sobresalen las siguientes cuestiones: ¿Es perfectible? Cla